Testimonios de su vida íntima,
Por más de 80 años, una invaluable colección de dibujos y bocetos del pintor nuevoleonés Federico Cantú se mantuvo oculta, posiblemente en París.
Hace apenas tres años, este acervo salió a la luz y ahora se expondrá en la Facultad Libre de Derecho de Monterrey.
El conjunto de 106 piezas artísticas de Cantú contiene en su mayoría dibujos en tinta y lápiz, muchos de ellos bocetos de lo que serían después obras posteriores como La huida de Troya, La Madonna del IMSS, Ceres, la Diosa de la Agricultura y Homenaje a Lord Byron.
Hace apenas tres años, este acervo salió a la luz y ahora se expondrá en la Facultad Libre de Derecho de Monterrey.
El conjunto de 106 piezas artísticas de Cantú contiene en su mayoría dibujos en tinta y lápiz, muchos de ellos bocetos de lo que serían después obras posteriores como La huida de Troya, La Madonna del IMSS, Ceres, la Diosa de la Agricultura y Homenaje a Lord Byron.
Estas piezas integrarán la muestra La carpeta Dorian de Federico Cantú: Testimonios de su vida íntima, que se montará en la institución educativa el domingo 12 de marzo, Día del Patrimonio de Nuevo León.
La muestra permanecerá hasta fin de mes, indicó su curador Gerardo Puertas.
La carpeta perdida De 1929 a 1933, Cantú realizó en la Carpeta Dorian obras que de pronto quedaron perdidas.
Maravillado por la historia de El retrato de Dorian Gray, de Óscar Wilde, Cantú, entonces de 22 años, nombró con ese nombre al cuaderno forrado en piel donde realizó dibujos y bosquejos de las que serían obras futuras, y artículos periodísticos y hasta fotos de sus obras.
Inició la carpeta mientras vivió en Los Ángeles con su entonces esposa y madre de su hijo, Luz Fabila.
Después Cantú se mudó a París donde instaló su taller llevando consigo la carpeta donde siguió guardando su trabajo hasta 1933, platicó Puertas.
Con un complicado panorama europeo, ensombrecido por la llegada al poder a Alemania de Adolfo Hitler, el artista decidió regresar a México abandonando numerosos dibujos, óleos y esculturas que quedarían en el olvido. Entre estas piezas de arte estaba la Carpeta Dorian.
"La cosa se empieza a poner difícil en Europa y tiene que abandonar muchas obras allá, y si vemos cualquiera de las entrevistas que dio, siempre le dio una nostalgia el haberlas abandonado", dijo Adolfo Cantú Elizarrarás, nieto del artista y promotor de su obra.
En 2014, casi 81 años después de la desaparición de este acervo, un coleccionista contactó a Cantú Elizarrarás para comunicarle que había adquirido en subasta un cuaderno que pertenecía al artista.
La carpeta provenía de una colección privada de un francés, que antes había comprado el conjunto artístico a una persona que lo heredó.
"Me localizaron y me dijeron 'aquí tenemos una obra que presumimos que es de Federico Cantú', cuando me la mandan y veo las viñetas digo 'por supuesto que sí es y qué maravilla'", comentó Cantú Elizarrarás.
La obra llegó a Monterrey por medio de Sebastian Menell, anticuario radicado en Guadalajara, quien la trajo para ofrecerla en una expo-venta de antigüedades en el Museo del Noreste, el año pasado. La carpeta fue adquirida por un coleccionista anónimo, quien la prestó para la expo en la facultad.
Sigue el misterio Para Cantú Elizarrarás, quien investiga la obra de su abuelo, lo único que le falta por saber para cerrar el ciclo es conocer quién fue la persona que guardó la Carpeta Dorian durante tanto tiempo.
"Lo que me pareció fantástico es: ¿quién guarda una pieza durante ocho décadas? Me interesó muchísimo. Ahora quiero buscar al anterior dueño para saber cómo llegó a sus manos, ¿qué pasó en estos últimos 80 años?
"Como está conservada, quiere decir que estaba guardada en un librero, sobrevivió toda la guerra, y además sabían lo que era y eso me parece interesantísimo".